Con un físico que contradice los patrones clásicos de una tenista de élite, Serena Williams asegura que el secreto de su consistencia es "trabajo duro", y lo demostró ganando el domingo su 18ª corona de Gran Slam, con el título del Abierto de Estados Unidos.
La número uno del mundo arrolló a su amiga Caroline Wozniacki con un doble 6-3 en la final de Flushing Meadows, para ganar su tercer título consecutivo y sexto del US Open.
Para Serena esa corona de Gran Slam significa más, en lo sentimental, que su victoria en Flushing Meadows, una pasarela que le ha visto crecer desde que con 17 años ganó su primer US Open en 1999.
Con esto, la estadounidense de 32 años cierra un ciclo que le permite pararse al lado de leyendas que también ganaron 18 torneos de Gran Slam, dos de las cuales le dieron al bienvenida este domingo en la cancha de Flushing Meadows a ese exclusivo club.
Serena no pudo aguantar las lágrimas cuando Chris Evert y Martina Navratilova le regalaron una pulsera de oro con la inscripción "18" grabada en ella.
"Tal vez el 18 (título) ha sido el más importante, ya que me uno a Chrissy y Martina. Tenía tanto tiempo esperando conseguir el número 18, que eso ha pesado en mis hombros durante mucho tiempo, hasta que por fin lo conseguí", dijo Williams.
"Nunca pensé que yo, Serena Williams, estaría en ese grupo. ¿Quién soy yo? Nunca pensé que iban a mencionar mi nombre junto a esas grandes leyendas", aseguró la norteamericana
Desde que siendo una adolescente ganó su primer Abierto estadounidense, Serena ha reinado en Neuva York en las ediciones de 2002, 2008, 2012 y 2013. Hubo un tiempo en que el apellido Williams se apoderó del US Open, cuando su hermana Venus ganó en 2000 y 2001.
- Una victoria como un vaso de agua en un desierto -
Antes del domingo, Serena no había ganado un Gran Slam este año. No había podido ir más allá de cuarta ronda en el Abierto de Australia y Francia, así como en Wimbledon.
Pero la gira previa de calentamiento en el circuito US Open Challenge le permitió darse esperanzas.
Llegó a Nueva York con victorias en los duros torneos de cancha dura de Stanford y Cincinnati y cayó en la final de Montreal ante su hermana Venus.
"Pienso que jugar todos esos partidos realmente levantó mi confianza más que nada. Creo que sólo necesitaba esa confianza y esa calma", agregó.
"Me parece que fui a través de todo este torneo muy muy tranquila, muy segura", acotó.
En sus siete triunfos hasta la corona, Serena estuvo poco más de ocho horas en la cancha de Flushing Meadows, y caminó toda la ruta sin perder un set. Ella explica este tremendo paso como resultado de un gran trabajo previo.
"Practiqué tan duro. No sólo esta semana, sino como seis meses antes. Y estoy viendo el fruto de ese trabajo duro", subrayó.
Con 32 años, y por la forma en que arrolla a sus rivales, da la impresión de que a Serena le queda todavía mucho tenis por delante.
La próxima temporada podría estar dejando solas a Navratilova y Evert en el cuarto escalón de la lista de las grandes campeonas, y rebasar a la número 3, la estadounidense Helen Wills, que tiene 19 torneos de Gran Slam.
La siguiente es la leyenda alemana Steffi Graf (22), y la lista la encabeza la australiana Margaret Court (24).
Y aunque lo asuma con modestia, ninguna de las jugadoras en activo tiene más posibilidades que Serena Williams de encabezar el exclusivo club.